IBEX 35 ¿Cómo se construye y cómo se interpreta?

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Para pocos es extraño el término Ibex 35. Sin embargo, su comprensión e interpretación es menos común. El Ibex 35 es el principal índice bursátil español que recoge las 35 empresas de mayor liquidez (aquéllas cuyas acciones pueden transformarse en dinero de forma más rápida) independientemente del sector al que pertenezcan. Las empresas que componen el índice no son permanentes, cada 6 meses un Comité de Expertos analiza la liquidez y determina las nuevas empresas que forman el índice.
Recientemente los medios están inundando el panorama de noticias relacionadas con el Ibex 35 y sus vaivenes cual barco en medio del temporal. “El Ibex 35 baja de los 10.000 puntos” o “El Ibex 35 empalma una racha alcista y llega a los 10.500 puntos” Pero, ¿Cómo se construye un índice y qué determina que tenga más o menos puntos? Finanzas para Mortales te lo explica, con claridad y sin complicaciones.

¿Cómo se crea un índice bursátil?
El cálculo inicial de un índice se puede realizar de dos maneras. La primera de ellas se calculará teniendo en cuenta la capitalización bursátil de cada valor (ponderado), modelo que se utilizó para crear el Ibex 35 el 14 de enero de 1992. Pongamos un ejemplo a pequeña escala para entender su origen:
Imaginemos un sencillo escenario en el que hay 3 empresas en un determinado territorio. El capital de las empresas está formado por un número de acciones a un valor determinado cada una de ellas.

– Empresa A: 150 acciones a un valor cada una de 25€. Valor total = 3.750€ (150 x 25)
– Empresa B: 50 acciones a un valor cada una de 40€. Valor total = 2.000€ (50 x 40)
– Empresa C: 20 acciones a un valor cada una de 15€. Valor total = 300€ (20 x 15)

La suma de la capitalización de las 3 empresas es de 6.050€. Se podría utilizar este valor como referencia para calcular las diferencias de un día para otro y determinar si ha subido o bajado. Sin embargo, el escenario mostrado es muy sencillo y lo normal es que coticen muchas más empresas con valores más elevados (miles de millones de euros). Por lo tanto, es fundamental establecer un divisor que simplifique el cálculo. Para ello, se utilizará un número redondo, en este caso 100 pero también podría haber sido 10 o 1.000. Por lo tanto, el divisor será 60,5 (6.050 / 60,5 = 100 puntos).

El origen de este índice será de 100 puntos y siempre tomará de referencia el divisor de 60,5 para analizar las evoluciones diarias. Es decir, si al día siguiente la suma de la capitalización de las 3 empresas (A, B y C) es de 7.025, para analizar la evolución del índice, se utilizará el divisor y el resultado del índice será de 116 puntos (7.025 / 60,5 = 116,11 puntos), de tal modo que el índice ha subido respecto al día anterior un 16%.

Pero también se puede calcular el valor inicial de un índice sin ponderarlo, es decir, sin contar el número de acciones, como sucede con el Dow Jones de la bolsa estadounidense. Para ello, se coge el valor de cada una de las acciones, sin importar cuántas hay, y se suman (25 + 40 + 15 = 80). Como en el ejemplo anterior, también será necesario un divisor 0,8 (80 / 100 = 0,8) y si las acciones cambian de valor se sabrá su evolución. Si al día siguiente el valor de la suma de las 3 acciones es de 70 (ha bajado el valor de cotización de las acciones), el índice será de 87,5 (70 / 0,8) por lo que ha bajado 12,5% respecto al día anterior (100 – 87,5 = 12,5 puntos).

Ventajas y desventajas de cada método
Cada método tiene sus ventajas y desventajas. El primer modelo es más representativo porque tiene en cuenta el peso de cada una de las empresas. Es decir, aunque la empresa ALFA tenga el valor de 40€ por acción y posea un total de 100 acciones, será menos representativa que la empresa BETA que posee 1.000 acciones con un valor por acción de 25€, ya que la primera tiene un valor total de 4.000 euros y la segunda de 25.000 euros.

Supongamos que las acciones de ALFA y BETA cambian de precio y se sitúan las dos a 30 euros, es decir, una sube y otra baja. Dependiendo del método que se utilice, el índice subirá o bajará a pesar de ser los mismos datos:

Método ponderado (tiene en cuenta el número total de acciones)
Antes del cambio de valor a 30 €, al ser ponderado, la capitalización era de 29.000 euros (40 x 100 + 25 x 1.000) y el divisor 290 (29.000 / 290 = 100 puntos)
La nueva capitalización será de 33.000 euros (30 x 100 + 30 x 1.000)

Por lo tanto, el índice ha subido a 113,79 puntos (33.000 / 290)

Método sin ponderar (no tiene en cuenta el número total de acciones)
Antes del cambio de valor a 30 €, al no ser ponderado la capitalización era 65 euros (40 + 25) y el divisor 0,65 (65 / 0,65 = 100 puntos)
La nueva capitalización será de 60 euros (30 + 30)

Por lo tanto, el índice ha bajado 7,7 puntos. De 100 a 92,3 puntos (60 / 0,65)

Como se puede observar, a pesar de ser dos escenarios idénticos que sufren el mismo cambio de cotización en sus acciones, el índice puede subir o bajar en función del método que se utilice.

No obstante, en la realidad hay que ver el tamaño que tienen las empresas del índice que se quiere crear, ya que si hay un gran volumen de empresas pequeñas el índice puede subir porque una empresa grande lo haga y sin embargo las pequeñas están bajando.

Desde su nacimiento en el año 1992, el Ibex 35 ha pasado por momentos buenos y malos. En este cuarto de siglo más de 100 compañías han formado parte de él. En sus orígenes, Telefónica era el gigante que dominaba el parqué (13,5% sobre el total), y en general la banca y las eléctricas tenían un peso muy importante (el 70% aproximadamente). Asimismo, con el boom inmobiliario, el Ibex acogió la entrada de empresas dedicadas a ese sector. No obstante, hace tiempo que Telefónica cedió el trono y actualmente lo encabeza el Banco Santander con el 15,55% del valor total del Ibex 35. Cuando arrancó motores, el Ibex 35 salió por unos 2.500 puntos. Alcanzó su máximo en el año 2007 llegando casi a los 16.000 puntos. Actualmente, con los últimos acontecimientos está bailando entre los 9.900 y 10.500 puntos, con una racha bajista desde hace meses.

El Ibex 35 puede ser entendido como un termómetro que mide la salud de la economía española diariamente. Como cualquier otro índice bursátil, es sensible a las palabras, los hechos y las expectativas. Ser conocedor de su contexto puede aportar valor añadido para saber cómo invertir en él.

Autor: Daniel Moreno (12 diciembre 2017)

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