Más vale prevenir que curar – el futuro es el dinero en efectivo

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Más vale prevenir que curar – el futuro es el dinero en efectivo

02/05/2015 | Merryn Somerset Webb – Financial Times Español


La Biblioteca de Errores en Edimburgo fue la sede de una charla en la cual Edward Chancellor, historiador financiero, discutió el gran fallo que tiene el pensamiento financiero: confundir lo cíclico con lo lineal.

Dijo que casi nunca es posible extrapolar el pasado y el presente hacia el futuro. Esto se debe a que constantemente estamos atrapados en una serie de ciclos: está el ciclo del comercio, el ciclo del crédito, el ciclo inmobiliario, el ciclo del valoración, el ciclo del capital, y por supuesto el ciclo del fraude (entre otros).

 

Nada se mueve de manera aproximada a una línea recta debido a que en la mayoría de los casos la estabilidad crea su propia inestabilidad (habitualmente como resultado de que la gente confíe demasiado en ello). Pero cada burbuja, idea financiera errónea o desastre financiero – desde las sobrevaloradas acciones de campanas de buceo de 1690 hasta la burbuja tecnológica y las finanzas británicas durante el gobierno de Gordon Brown – se han basado en que las cosas sí pueden moverse en una línea recta.

Hay mucho que aprender de los errores del pasado. Hacia el final de la charla, Russell Napier, el encargado de la Biblioteca de los Errores, buscó entre los libros para sacar ejemplos del pensamiento lineal erróneo. Mi favorito (y hay una seria competencia en esto en la biblioteca) fue escrito por un tal Howard J. Ruff en 1979. Se titulaba “Cómo prosperar durante los próximos años malos: un curso rápido de supervivencia personal y financiera”.

Ruff sentía que el mundo tal y como él lo conocía estaba a punto de colapsarse y que, como sucedió, la manera convencional de pensar sobre el dinero, la inversión y la vida pasarían a quedarse obsoletas. Toda la riqueza que veía a su alrededor – las “calles llenas de coches… los casinos de Las Vegas y Atlantic City repletos de jugadores” – pronto comprobarían ser “una ilusión”, una que sería “borrada por completo en un futuro cercano”.

¿Por qué? La inflación. Había alcanzado el 12 por ciento y Ruff pensaba que el poder de compra de sus dólares continuaría cayendo a una tasa “sin precedente en la historia reciente”. La única manera de sobrevivir al caos del aumento de precios y la subida de las tasas de interés era una administración arriesgada de las inversiones. Para sus lectores que dispusieran de 50 mil dólares sugería gastar 2.500 dólares en almacenar comida (él prefería que fuera deshidratada); $11.500 en monedas de plata anteriores a 1964 (conocidas como “tres bolsas”); $10.600 en “dinero negro” o su equivalente; $10.000 en valores especulativos, con lo que cual se refería principalmente en acciones de oro; y el resto en diamantes, sellos postales, terrenos y cosas similares.

Ruff no estaba considerado ni por error como un loco en los Estados Unidos de los años 1970. Él publicaba un boletín ampliamente leído, tenía un programa de TV (Ruffhouse) y su libro era un súper-ventas. Pero se volvió un loco por la supervivencia en el punto equivocado del ciclo. La inflación alcanzó su máximo en 1980, al igual que la burbuja especulativa del precio del oro y la plata, y así le fue.

Y así llegamos a ahora. La mayoría de los economistas están convencidos que no hay necesidad alguna para preocuparse de la inflación o del aumento de las tasas de interés. Al contrario, debemos preocuparnos de lo opuesto – deflación y caída de tasas de interés.

Esto tiene sentido. Crecimiento demográfico negativo (los pensionistas gastan menos) y nuestra posición en el ciclo de desapalancamiento (los muy endeudados gastan menos) combinado con un exceso de casi todos los suministros globales sugiere que habrá un lento crecimiento y desinflación por lo menos en el futuro cercano. Y la respuesta política (bajas tasas y flexibilización cuantitativa) parece improbable que cambien en el corto plazo. Al contrario, si falla se aplica con más intensidad.

Hoy, alrededor de 2 billones de bonos se comercializan con tasas de interés negativas y los bancos de toda Europa han empezado a cobrar a sus depositantes por guardarles su dinero. Es difícil ver que esto cambie. Pregunta a cualquier economista o administrador de fondos acerca del futuro y moverá su cabeza con tristeza y dirá que pasará un largo, largo tiempo antes de que las tasas suban.

Esto me trae de nuevo al dinero en efectivo – en billetes y monedas.Tasas de interés muy bajas se supone que animan a la gente a gastar e invertir. Pero si no quieren gastar y los bancos les cobran por guardarles su dinero deben hacer algo: cuidar de su dinero en efectivo. Así que fondos de pensiones en Suiza (donde la tasa de interés es -0,75 por ciento) están transfiriendo dinero a bóvedas y empresas con cajas de seguridad adecuadas las cuales se están llenando con su dinero en efectivo extra.

¿Deberías hacer lo mismo? Siguiendo la lógica de las tasas de interés negativas y que siguen cayendo (lo que se extenderá si continuamos asumiendo que la solución a nuestros males es una política monetaria más y más laxa), y si añadimos algunas de las preocupaciones súper bajistas acerca de la fragilidad del sistema bancario, el hecho de que los depositantes pueden ahora sufrir cuando los bancos quiebren (los depósitos en cuentas pueden ahora ser utilizados p ara rescatar a los bancos) junto con una confiscación general de los bienes y la respuesta es un sí firme. Los depósitos fueron alguna vez seguros, líquidos y productivos. Ahora realmente no son ninguna de las tres cosas.

Así que deberías comprar una caja de seguridad (puedes comprar una con capacidad de 100 mil libras en thesafeshop.co.uk por algo menos de 4 mil libras) y llenarla. En el peor de los casos, en unos años aún tendrás 100 mil libras. Pero por lo menos tendrás metálico con un valor nominal de 100 mil libras que valen más, gracias en parte a la deflación y en parte al hecho de que el metálico es escaso: cuando todos capten el problema con el sistema de tasas de interés súper bajas querrán sacar su dinero, habrá una serie de retiradas masivas de efectivo y el acceso al papel moneda será restringido. De repente, el dinero en metálico valdrá significativamente más que el dinero que esté depositado. Así que mejor tener algo de él.

Creo que hay una gran posibilidad de que esto ocurra. Así que estoy acumulando metálico (No te estoy diciendo dónde) pero también tengo en mente a Ruff. Pero él erró en la gran oportunidad de su ciclo: Paul Volcker, el banquero que mató la inflación en los Estados Unidos, fue elegido en 1979. Y no puedo ver este tipo de cambio – o la intención política para este cambio – en nuestro tiempo. Pero no lo descarto.

¿Y si las circunstancias se combinaran para darnos inflación y una subida de las tasas de interés, o quizás solo lo segundo (ya que los banqueros centrales se dan cuenta de que las tasas negativas crean un exceso de oferta y deflación)? ¿Y si nuestro 2015 se convirtiera de alguna manera en el 1979 de Ruff? Sin quiebras bancarias cualquiera con toda su riqueza enterrada en una caja de seguridad en el jardín se vería bastante tonto.

En 1979 era casi imposible imaginar cómo podría detenerse la inflación. Ahora es casi imposible para la mayoría de la gente imaginar cómo se puede iniciarla. Pero no asumir que sucederá es olvidar la lección del Sr. Chancellor: los errores más grandes los cometen aquellos que piensan de manera lineal en un mundo cíclico.

 

Better safe than sorry – the future is cash

05/02/2015 | Merryn Somerset Webb – Financial Times English


The Library of Mistakes in Edinburgh this week hosted a talk at which Edward Chancellor, the financial historian, discussed the great flaw in most financial thinking: the confusion of the cyclical with the linear.

It is, he said, almost never possible to extrapolate the past and the present into the future. That’s because we are constantly caught up in a series of cycles: there’s the trade cycle, the credit cycle, the real estate cycle, the valuation cycle, the capital cycle, and of course the fraud cycle (among others).

Nothing ever moves in anything approximating a straight line largely because stability creates its own instability (usually as a result of people borrowing too much into it). But every bubble, financial misconception or financial disaster – from the overpriced diving bell stocks of the 1690s to the tech bubble and Britain’s finances under Gordon Brown – has been based on the assumption that things can and do.

So much for learning from the mistakes of the past. At the end of the talk, Russell Napier, the Keeper of the Library of Mistakes, reached into his bookshelves to bring out examples of bad linear thinking. My favourite (and there’s serious competition in the library) was written by one Howard J. Ruff in 1979. It was called How to Prosper During the Coming Bad Years: A Crash Course in Personal and Financial Survival.

Ruff felt that the world as he knew it was about to collapse and that, as it did, all conventional thinking about money, investing and life would become entirely obsolete. All the wealth he saw around him – the “roads jammed with motor cars . . . the casinos of Las Vegas and Atlantic City jammed with wall-to-wall gamblers” – would soon prove “an illusion”, one that would be “completely wiped out in the near future”.

Why? inflation. It had hit 12 per cent and Ruff reckoned that the buying power of his dollars would continue to drop at a rate “unprecedented in recent history”. The only way to survive the chaos of rising prices and rising interest rates was extreme portfolio management. For his readers with $50,000 he suggested spending $2,500 on food storage (he preferred dehydrated); $11,500 on pre-1964 silver coins (“three bags”); $10,600 on “concealed cash” or equivalent; $10,000 on speculative assets, by which he mostly meant gold shares; and the rest on diamonds, stamps, land and the like.

Ruff wasn’t considered remotely crazy in 1970s America. He published a well-read newsletter, had a TV show (Ruffhouse) and his book was a bestseller. But he went survival-crazy at the wrong point in the cycle. inflation peaked in 1980, as did the speculative bubble in gold and silver prices, and that was that.

So to today. Most economists are convinced that there is absolutely no need to worry about inflation or about rising interest rates. Instead, we must worry about the opposite – deflation and falling interest rates.

This makes sense. Bad demographics (pensioners spend less) and our place in the deleveraging cycle (the deeply indebted spend less) combined with chronic global oversupply of almost everything suggest low growth and disinflation at least for some time to come. And the policy response (low rates and quantitative easing) seems unlikely to change any time soon. Instead, as it fails to work, it just gets more extreme.

Today, some $2tn of bonds globally trade on negative interest rates and banks across Europe have started to charge depositors to look after their money. It’s hard to see this changing. Ask any economist or fund manager about the future and he will shake his head sadly and say it’ll be a long, long time before rates rise.

That brings me back to cash – as in notes and coins. Very low interest rates are supposed to encourage people to spend and invest. But if they don’t want to spend and the banks are charging them to safeguard their money they might do something else instead: look after their own cash. So pension funds in Switzerland (where interest rates are -0.75 per cent) are transferring money into vaults and and companies with proper safes are shovelling their spare cash into them too.

Should you do the same? Follow the logic of negative and falling interest rates (which will spread if we keep assuming that the solution to our woes is looser and looser monetary policy), add in a few of the super bear worries about the fragility of the banking system, the fact that depositors can clearly now be made to take a hit when banks fail (deposit accounts can now be bailed in) along with general wealth confiscation and the answer is a firm yes. Deposits were once safe, liquid and profitable. Now they aren’t really any of those things.

So you should buy a safe (you can get one that will take £100,000 at thesafeshop.co.uk for just under £4,000) and fill it up. At worst, you’ll still have £100,000 in a few years. But at best you’ll have cash with a face value of £100,000 that’s worth rather more, thanks partly to deflation and partly to the fact that cash is scarce: when everyone clocks the problems in the super-low interest rate system, they’ll all want to get their cash out, there’ll be a series of bank runs and access to paper money will be restricted. Suddenly, actual cash will be worth significantly more than money held on deposit. Best have some.

I think there is a very strong chance of this happening. So I am hoarding cash (I’m not telling you where) but I’ve also got Ruff on my mind. Ruff missed the great change in his cycle: Paul Volcker, the banker who killed inflation in the US, was appointed in 1979. I can’t see that change – or the political will for that change – in our era yet. But I’m watching for it.

What if circumstances combine to give us inflation and rising interest rates, or perhaps just the latter (as central bankers notice that negative rates create excess supply and deflation)? What if our 2015 somehow turns out to be Ruff’s 1979? Barring bank busts, anyone with their entire net worth buried in a safe in the garden is going to look pretty silly.

In 1979 it was almost impossible to imagine how inflation could be stopped. Right now it is almost impossible for most people to imagine how it can be started. But to not assume that it will is to forget Mr Chancellor’s lesson: the biggest mistakes are made by those who think linear in a cyclical world.

Copyright &copy «The Financial Times Limited«.
«FT» and «Financial Times» are trade marks of «The Financial Times Limited».
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