Cómo entender la nueva economía petrolera mundial

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Cómo entender la nueva economía petrolera mundial

02/12/2015 | Martin Wolf (Financial Times) – Financial Times Español

¿Por qué han caído los precios del petróleo? ¿Es un fenómeno temporal o refleja un cambio estructural en los mercados petroleros mundiales? Si es estructural, tendrá importantes consecuencias para la economía mundial, la geopolítica y nuestra capacidad para gestionar el cambio climático.

Con los precios de consumo estadounidenses actuando como deflactor, los precios reales se redujeron más de la mitad entre junio de 2014 y octubre de 2015. Durante este último mes, los precios reales del petróleo fueron un 17 por ciento inferiores a su promedio desde 1970, a pesar de que estaban muy por encima de los niveles de principios de 1970 y de entre 1986 y comienzos de la década de 2000.

Un discurso de Spencer Dale, economista principal de BP, aclara qué está influyendo en los precios del petróleo. Él argumenta que la gente tiende a creer que el petróleo es un recurso agotable cuyo precio es probable que aumente con el tiempo; que las curvas de oferta y de demanda del petróleo son «inelásticas»; que el petróleo fluye predominantemente a los países occidentales; y que la OPEP está dispuesta a estabilizar el mercado. Según el Sr. Dale, la mayor parte de estas creencias populares en relación con el petróleo son falsas.

Parte de lo que está sacudiendo estas conjeturas es la revolución de esquisto de EEUU. La producción estadounidense de petróleo de esquisto ha aumentado desde prácticamente nada en 2010, a alrededor de 4,5 millones de barriles diarios. La mayoría del petróleo de esquisto es, según el Sr. Dale, rentable a un precio de entre 50 y 60 dólares por barril.

Además, la productividad de la producción de petróleo de esquisto (medida como la producción inicial por plataforma) aumentó a más del 30 por ciento al año entre 2007 y 2014. Pero sobre todo, el rápido crecimiento de la producción de petróleo de esquisto fue el factor decisivo en la caída del precio del crudo el año pasado: la producción de petróleo estadounidense en sí aumentó en casi el doble de la expansión de la demanda. Se trata, simplemente, de un asunto de oferta.

¿Qué podría implicar esto?
Una implicación es que la elasticidad a corto plazo del suministro de petróleo es mayor de lo que solía ser. Una proporción relativamente alta de los costes de producción de petróleo de esquisto es variable, ya que la inversión es rápida y produce un rápido retorno. Como resultado, la oferta es más sensible a los precios que el petróleo convencional, el cual tiene costes fijos altos y costes variables relativamente bajos.

Esta relativamente alta elasticidad de la oferta significa que el mercado debería estabilizar los precios de manera más eficaz que en el pasado. Pero la producción de petróleo de esquisto también es más dependiente de la disponibilidad de crédito que el petróleo convencional. Esto añade un canal financiero directo al suministro de petróleo.

Otra implicación es un enorme cambio en la dirección del comercio. En particular, China e India probablemente se convertirán en importadores netos de petróleo mucho más importantes, conforme se reducen las importaciones netas estadounidenses. Muy posiblemente, el 60 por ciento del aumento global de la demanda de petróleo provendrá de los dos gigantes asiáticos durante los próximos 20 años.

Para 2035, es probable que China importe tres cuartas partes de su petróleo e India casi el 90 por ciento. Por supuesto, esto supone que el sistema de transporte seguirá dependiendo del petróleo durante este largo periodo. Si es así, no se requiere ninguna pirueta mental para suponer que el interés de EEUU en la estabilización del Medio Oriente se reducirá conforme se eleva el de China e India. Las implicaciones geopolíticas podrían ser significativas.

Otra implicación se relaciona con el reto de la OPEP en la estabilización de los precios. En su “Pronóstico de la energía mundial 2015”, la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés) prevé un precio de 80 dólares por barril en 2020, a medida que la creciente demanda absorbe lo que considera como un exceso de oferta temporal. También se toma en cuenta un pronóstico de un precio del petróleo más bajo, con precios que permanecen cerca a los 50 dólares por barril durante la presente década.

Dos suposiciones subyacen tras este último pronóstico: la resiliencia de la oferta estadounidense y una decisión de los países productores miembros de la OPEP — especialmente Arabia Saudita — de defender cuotas de producción (y el mercado del petróleo en sí). Pero la estrategia de precios bajos afectaría negativamente a los productores ya que el gasto público sigue superando los ingresos del petróleo durante un largo periodo. ¿Cuánto tiempo pudiera durar este enfrentamiento?

Un último conjunto de implicaciones se relaciona con la política climática. El surgimiento del petróleo de esquisto subraya lo que ya era bastante claro: que la capacidad de suministro global no sólo es enorme, sino que se está expandiendo. Olvídate del pico petrolero. Como lo s
eñala el Sr. Dale: «Durante los últimos 35 años, el mundo ha consumido alrededor de 1 billón de barriles (de petróleo).
Durante el mismo periodo, las reservas probadas de petróleo se han incrementado en más de 1 billón de barriles”.

El problema no es que el mundo se esté quedando sin petróleo. Es que tiene mucho más de lo que puede quemar mientras que conserva alguna esperanza de limitar el aumento de las temperaturas medias globales sobre los niveles preindustriales a 2 grados Celsius. Quemar las reservas existentes de petróleo y de gas triplicaría el presupuesto global del carbono. Por lo tanto, la economía de los combustibles fósiles está en oposición directa con el manejo del cambio climático. Uno debe ceder. Un cambio tecnológico significativo pudiera debilitar la economía de los combustibles fósiles. Si no, los políticos tendrán que hacerlo.

Esto pone de relieve la magnitud del desafío que enfrentan a los líderes en la conferencia sobre el clima en París. Pero la respuesta ante la caída de los precios del petróleo muestra cuánto de desesperanzados han estado los legisladores. Según la IEA, los subsidios a la oferta y la utilización de combustibles fósiles aún así equivalieron a 493 mil millones de dólares en 2014. Es cierto que habrían sido de 610 mil millones de dólares sin las reformas implementadas desde 2009. Así es que se ha logrado algún progreso.

Pero los bajos precios del petróleo ahora justifican la eliminación de los subsidios. En los países ricos la oportunidad que brindaron los precios bajos pudiera — y debiera — haber sido utilizada para imponer impuestos compensatorios en el consumo, manteniendo de esta manera el incentivo de economizar en el uso de combustibles fósiles, aumentando los ingresos fiscales y permitiendo una reducción de otros impuestos, sobre todo en los empleos. Pero esta importante oportunidad se ha perdido casi por completo.

Hay que preguntarse si existe la más mínima posibilidad de que surja una acción eficaz, en lugar de tan sólo una “fachada” en París. Espero estar equivocado. Pero yo soy, por desgracia, un escéptico.

 

Understanding the new global oil economy

12/02/2015 | Martin Wolf (Financial Times) – Financial Times English

Why have oil prices fallen? Is this a temporary phenomenon or does it reflect a structural shift in global oil markets? If it is structural, it will have significant implications for the world economy, geopolitics and our ability to manage climate change.

With US consumer prices as deflator, real prices fell by more than half between June 2014 and October 2
015.
In the latter month, real oil prices were 17 per cent lower than their average since 1970, though they were well above levels in the early 1970s and between 1986 and the early 2000s.

A speech by Spencer Dale, chief economist of BP (and former chief economist of the Bank of England) sheds light on what is driving oil prices. He argues that people tend to believe that oil is an exhaustible resource whose price is likely to rise over time, that demand and supply curves for oil are steep (technically, “inelastic”), that oil flows predominantly to western countries and that Opec is willing to stabilise the market. Much of this conventional wisdom about oil is, he argues, false.

A part of what is shaking these assumptions is the US shale revolution. From virtually nothing in 2010, US shale oil production has risen to around 4.5m barrels a day. Most shale oil is, suggests Mr Dale, profitable at between $50 and $60 a barrel.

Moreover, the productivity of shale oil production(measured as initial production per rig) rose at over 30 per cent a year between 2007 and 2014. Above all, the rapid growth in shale oil production was the decisive factor in the collapse in the price of crude last year: US oil production on its own increased by almost twice the expansion in demand. It is simply the supply, stupid.

What might this imply?
One implication is that the short-term elasticity of supply of oil is higher than it used to be. A relatively high proportion of the costs of shale oil production is variable because the investment is quick and yields a quick return. As a result, supply is more responsive to price than it is for conventional oil, which has high fixed costs and relatively low variable costs.

This relatively high elasticity of supply means the market should stabilise prices more effectively than in the past. But shale oil production is also more dependent on the availability of credit than is conventional oil. This adds a direct financial channel to oil supply.

Another implication is a huge shift in the direction of trade. In particular, China and India are likely to become vastly more important net importers of oil, while US net imports shrink. Quite possibly, 60 per cent of the global increase in oil demand will come from the two Asian giants over the next 20 years.

By 2035, China is likely to import three-quarters of its oil and India almost 90 per cent. Of course, this assumes that the transport system will remain dependent on oil over this long period. If it does, it demands no great mental leap to assume that US interest in stabilising the Middle East will shrink as that of China and India rises. The geopolitical implications might be profound.

A further implication concerns the challenge for Opec in stabilising prices. In its World Energy Outlook 2015, the International Energy Agency forecasts a price of $80 a barrel in 2020, as rising demand absorbs what it sees as a temporary excess supply. A lower oil price forecast is also considered, with prices staying close to $50 a barrel this decade.

Two assumptions underlie the latter forecast: resilient US supply and a decision by Opec producers, notably Saudi Arabia, to defend production shares (and the oil market itself). But the low-price strategy would create pain for the producers as public spending continues to exceed oil revenues for a long period. How long might this stand-off last?

A final set of implications is for climatepolicy. The emergence of shale oil underlines what was already fairly clear, namely, that the global supply capacity is not only enormous but expanding. Forget peak oil. As Mr Dale notes: “In very rough terms, over the past 35 years, the world has consumed around 1tn barrels of oil. Over the same period, proved oil reserves have increased by more than 1tn barrels.”

The problem is not that the world is running out of oil. It is that it has far more than it can burn while having any hope of limiting the increase in global mean temperatures over the pre-industrial levels to 2°C. Burning existing reserves of oil and gas would exceed the global carbon budget threefold. Thus, the economics of fossil fuels and of managing climate change are in direct opposition. One must give. Profound technological change might undermine the economics of fossil fuels. If not, politicians will have to do so.

This underlines the scale of the challenge leaders confront at theclimate conference in Paris. But the response to the fall in oil prices shows how hopeless policymakers have been. According to the IEA, subsidies to the supply and use of fossil fuels still amounted to $493bn in 2014. True, they would have been $610bn without reforms made since 2009. So progress has been made.

But low oil prices now justify elimination of subsidies. In rich countries the opportunity of low prices could — and should — have been used to impose offsetting taxes on consumption, thereby maintaining the incentive to economise on use of fossil fuels, increasing fiscal revenue and allowing a reduction in other taxes, notably on employment. But this important opportunity has been almost entirely missed.

One has to ask whether there is the slightest chance that effective action, rather than window-dressing, will emerge from Paris. I hope to be proved wrong, But I am, alas, sceptical.

Copyright &copy «The Financial Times Limited«.
«FT» and «Financial Times» are trade marks of «The Financial Times Limited».
Translation for Finanzas para Mortales with the authorization of «Financial Times».
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