El auge del “low-cost”: el cambio de modelo de las compañías aéreas

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El auge del “low-cost”: el cambio de modelo de las compañías aéreas

24/05/2013 | FxM – Nacho Sainz-Ezquerra

El origen de las compañías aéreas de bajo coste está en el año 1949 por parte de la compañía Pacific Southwest Airlines en California (Estados Unidos). Esta misma compañía fue la precursora de empezar a operar en los aeropuertos más pequeños de la Costa Oeste, de introducir los billetes automatizados, así como de máquinas de facturación automática.

El crecimiento de estas compañías, tanto a nivel norteamericano, como a nivel europeo en el caso de Ryanair, EasyJet, Air Berlin o Vueling, entre otras, se debe principalmente a la liberalización del sector del transporte aéreo. Esto provocó que surgieran nuevas compañías y se ofreciera la posibilidad de nuevas rutas, tanto nacionales como internacionales. Antes, las rutas se encontraban “monopolizadas” por muy pocas compañías, y en el caso especial de España, por poner un ejemplo, el sistema que se seguía de rutas era un sistema radial, es decir que las rutas se configuraban de tal manera que sólo era posible volar desde los pequeños aeropuertos españoles bien a Barcelona o Madrid, y desde ahí al extranjero. Sin embargo, hoy en día la posibilidad de rutas es mucho más amplia gracias a las compañías de bajo coste.

Además de la liberalización, otro aspecto clave del incremento de estas compañías es que el uso de Internet es algo inherente a las sociedades modernas. Cualquier persona tiene la posibilidad de poder comparar precios y comprar al momento, cosa que no ocurría hace unos años, cuando sólo se podía comprar billetes de avión a través de las agencias de viajes. Esto ha supuesto un ahorro importante en costes a su vez.

Tal y como se ha mencionado, este tipo de compañías tienen un modelo de negocio muy diferenciado de las compañías tradicionales. Su objetivo es ofrecer rutas desde aeropuertos secundarios, con poco tráfico, en comparación con la filosofía del resto de compañías. Y esto lo hacen por motivos de costes. Esto les permite que sus aviones estén el menor tiempo posible en tierra, cada minuto que el avión está parado están perdiendo dinero. Estos aeropuertos les permiten un aterrizaje y despegue con menor tiempo de espera, y por tanto, un menor gasto de combustible.

Pero, ¿por qué otras razones eligen estos aeropuertos secundarios? Los diferentes ayuntamientos, comunidades y provincias saben lo que supone que una compañía de éstas tenga como destino u origen de sus rutas una de sus ciudades. Es por ello que desde los propios entes se subvenciona a estas compañías para que elijan sus aeropuertos como destino. Si bien, inicialmente puede suponer un gran desembolso para los entes públicos, a la larga, queda demostrado que el tráfico de personas, y en definitiva los ingresos que estos generan compensan con creces esas inversiones. En ocasiones este tráfico de pasajeros no conlleva unos mayores ingresos para la ciudad o comunidad autónoma, puesto que estos aeropuertos sirven como lugares de transición. Con esto nos referimos a que son muchos los viajeros que prefieren tener que desplazarse algunos cientos de kilómetros a estos aeropuertos para ahorrarse el dinero de los billetes que suponen las compañías tradicionales.

La configuración de rutas que poseen estas compañías se basa en que sus aviones vuelen sólo a un punto, sin que hagan transbordos, de tal manera que la mayor parte de la tripulación pueda dormir en sus domicilios, con el consiguiente ahorro en dietas para la compañía. Además sus vuelos van casi siempre, por no decir siempre, llenos, lo que supone una alta rentabilidad en relación con los costes.

Su política para reducir los costes al máximo, y poder obtener unos ingresos extra ha servido de precedente para el resto de las empresas aéreas. Así en estos vuelos, normalmente de corta duración, se suprimió la comida que se ofrecía a todos los pasajeros. De esta manera los auxiliares de vuelo venden la comida a aquellos que realmente lo quieran. Además, la tripulación pasó a hacer labores comerciales ofreciendo vales para sorteos, billetes de autobús, etc.

No iban a ser menos en el tema de los costes laborales. Si bien antes los propios tripulantes de cabina únicamente se dedicaban a estar pendientes de los pasajeros, ahora las funciones se han incrementado, tal es el caso que ellos ahora deben limpiar el avión entre vuelo y vuelo, hacer operaciones de facturación, etc.

Una peculiaridad de estas compañías es que los aviones suelen estar en régimen de leasing. De esta manera se consigue que los aviones sean lo más nuevos posibles, y por tanto el número de averías que puedan presentar se reduzca. Además siempre tienen el mismo modelo, lo que permite que los pilotos no necesiten conocer el funcionamiento de varios modelos, con el consiguiente ahorro que eso supone.

Un tema del que se ha hablado bastante es el relativo al combustible. En algunos casos se afirma que las compañías de bajo coste suministran a sus aviones el mínimo combustible posible, dentro de los márgenes de seguridad, lo que permite al avión un menor peso, y en consecuencia un ahorro en combustible. También, en ocasiones, el vuelo se realiza a menor altura de la que lo realizaría una compañía aérea normal, lo que implica de igual modo un ahorro en combustible.

Para poder reducir los costes al máximo, prescinden de las jardineras (autobuses que trasladan a los pasajeros entre el avión y la terminal), o las plataformas que te permiten entrar al avión sin pisar la pista.

Siempre habrá un determinado público objetivo que, por diversas razones como nivel de renta, puntualidad, etc. prefiera un servicio de mayor calidad que ofrecen las compañías tradicionales, a diferencia del que ofrecen las compañías de bajo coste.

Cla
ro que también el tipo de pasajero que suele utilizar las compañías de bajo coste se diferencia del resto. En el estudio que inicialmente se ha comentado, se concluye que los motivos de aquellos que prefieren volar en estas compañías es que un 90% lo hace por motivo de vacaciones u ocio, seguido de los motivos personales con un 5%. A diferencia de las compañías tradicionales, en la que el 82% lo hace por vacaciones en segundo lugar se sitúan los viajes de trabajo con un 11%.

Hemos llegado al punto de que las compañías de bajo coste, o low cost, transportan más pasajeros que las compañías tradicionales, tal y como se afirma en una la noticia “Las low cost acaparan más de la mitad del tráfico aéreo” de El Mundo. En el año 2012 llegaron a transportar a 8,1 millones de pasajeros respecto a los 7,8 millones de las aerolíneas tradicionales. Si lo comparamos con la cantidad de vuelos que soportaban en sus comienzos, cercanos al 19% en 2004, resulta verdaderamente sorprendente.

En Europa, actualmente se encuentran operando alrededor de 60 compañías de bajo coste, procedentes de unos 15 países.

Si quieres saber más puedes encontrar información tanto en el estudio «Las compañías de bajo coste y sus usuarios. El caso de España» como en la tesis «Las líneas aéreas de bajo coste: fundamentos teóricos y estudio empírico sobre su impacto en el transporte aéreo y en la estructura del sector turístico en Europa»

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