Esto es un robo… de confianza

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Esto es un robo… de confianza

17/07/2013 | FxM – Hugo Vázquez

“… la gente percibe que se han aprovechado de ella, que los banqueros han recibido enormes bonos, que algunos de esos bonos no han sido ganados debidamente, y en algunos de esos casos esos bonos han sido obtenidos deshonestamente, y que estos enormes bonos son excesivos, y tienen poca o ninguna relación con el desempeño realizado…”. Comisión Parlamentaria sobre Normas Bancarias del Reino Unido escribe en su informe del 19 de junio de 2013.

En 1996 Francis Fukuyama escribió el libro Trust (Confianza) en el cual explicaba las ventajas que tenían las sociedades que habían logrado basar su convivencia en la confianza (de que sus miembros desarrollarían su función sin aprovecharse o abusar de los demás).

De esta manera, la prosperidad de una sociedad que basara sus relaciones en la confianza del cumplimiento de un contrato verbal o escrito lograba tener menores costes en la administración tanto de empresas como instituciones, facilitaba el crecimiento y la eficiencia de las empresas, incrementaba la inserción laboral de sus miembros y disminuía el índice de criminalidad.

Usualmente se identificaba a las sociedades occidentales como las que habían logrado un alto grado de confianza en las relaciones entre sus integrantes, tanto instituciones, empresas e individuos.

Pero en el inicio del siglo XXI algo ha hecho que una institución muy importante en cualquier economía haya dejado de responder a la confianza que se le tenía: la banca. Así hemos visto que en España, Irlanda, Grecia, Chipre, los EE. UU., el Reino Unido, por no mencionar a todos, la crisis en la que estamos inmersos desde hace ya cinco años tiene a la banca como uno de sus culpables.

El periodista británico John Lanchester resume en una frase el triste desempeño de la banca en los últimos años: es “una historia llena de fracasos, escándalos, avaricia e incompetencia… Los bancos han defraudado a los contribuyentes (británicos), quienes los han rescatado (además de a otras instituciones) con una cantidad equivalente a dos mil libras esterlinas por cada habitante del Reino Unido”. Los principales bancos del Reino Unido ya han sido multados por haber lavado dinero de narcotraficantes en el continente americano, por haber manipulado el índice Líbor (referente mundial en el ámbito financiero), y por haber vendido productos bancarios (seguros) cuyos beneficiarios nunca podrían aprovechar.

En el caso español “… el lastre supera los 20.000 euros por cada ciudadano, a razón de dividir el montante total entre los 46.704.314 habitantes recogidos por los últimos datos de población publicados por el Instituto Nacional de Estadística con cifras a 1 de enero pasado. El aumento por habitante ha sido de 500 euros solo en un mes, hasta los 20.070 euros por persona. Si hubiese que pasar el cepillo por los trabajadores la cuenta saldría peor, unos 56.000 euros… El lastre de la deuda no ha dejado de engordar debido en buena parte al rescate de la banca.” (Amanda Mars, El País, 17 de julio de 2013).

Solo en el intento de “salvar” a Catalunya Banc y Novagalicia la cantidad que puede terminar siendo pagada por los españoles de hoy, y del futuro, podría llegar a los 21.000 millones de euros.

En España parte de esa confianza perdida ya tiene rostro: el de la persona que nos atendía en la sucursal y que vendió participaciones preferentes sabiendo (o debiendo saber) que no era un producto financiero adecuado para la mayoría a los que convenció de adquirirlo.

Si hasta antes de esta crisis bastaba saber que no se sabía, y se confiaba casi ciegamente en el empleado del banco, ahora habrá que aprender a buscar la información financiera cuando tengamos que adquirir algún producto financiero.

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