Jan Tinbergen – Premio Nobel de Economía 1969

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El premio Nobel de Economía se estableció en 1969 por el Banco de Suecia para celebrar el trescientos aniversario de su fundación, y en memoria de Alfred Nobel. Los primeros que lo recibieron fueron el holandés Jan Tinbergen y el noruego Ragnar Frisch, ambos pioneros dela econometría y estudiosos de los modelos dinámicos en los procesos económicos.

En Tinbergen cabe distinguir tres aportaciones básicas:

  • el estudio de las adaptaciones temporales, ya que no siempre la oferta puede responder inmediatamente a las presiones de la demanda.
  • los problemas relativos a la planificación del desarrollo
  • la formulación del teorema que lleva su nombre.

En lo que se refiere al aspecto dinámico de la economía, Tinbergen se dedica a estudiar el tema de los ciclos, identificando 14 de ellos entre las guerras napoleónicas y la primera guerra mundial. Sin embargo, los más populares se representan a través del teorema de la telaraña, cuyos ejemplos más clásicos son los relativos a la evolución de los precios del ganado porcino, y al de los fletes, conocido como el ciclo de los petroleros.

En el primer caso si, como consecuencia de una epidemia, la oferta de cerdos disminuye y el precio de su carne aumenta considerablemente, los ganaderos se verán estimulados a aumentar la cría de porcino, pero tardarán al menos siete meses en aumentar la oferta, ya que el periodo de gestación de estos animales es de tres meses, tres semanas y tres días, y tienen que pasar unos tres meses adicionales para que del orden de siete lechones por parto alcancen estos un peso comercializable.

Cuando salen al mercado las nuevas camadas, los precios, que han permanecido altos durante todo este tiempo, se derrumban y los ganaderos sacrifican las hembras fértiles, propiciando una nueva escasez y una futura elevación de precios.

El gráfico que refleja esta evolución temporal de precios y cantidades, se asemeja al de una telaraña. Análogamente, el ciclo de los petroleros se inicia con una cierta recesión económica y una bajada del precio de los fletes, que no estimula la construcción naval. Sin embargo, si se reactiva la economía, existiría una escasez de buques mercantes y de petroleros, que tardarían no menos de tres años en ser botados y de contribuir a la reducción del precio del transporte marítimo.

También en este caso la evolución temporal de precios y volúmenes reproducen la figura de una tela de araña. No obstante, una política anticíclica, que atempere las euforias y estimule los pesimismos, es difícil de implementar, pues equivale a que cuando más animada esté la fiesta, el anfitrión apague la música y retire el alcohol. Por otra parte, Tinbergen acumuló una notable experiencia con la reconstrucción de su país al término de la segunda guerra mundial, lo que unido a su sólida formación matemática le condujeron a especializarse en la planificación del desarrollo.

Sin embargo, dice, las prioridades no pueden ser las mismas en todos los casos y las estrategias no deben ser iguales en los países avanzados que en los que se encuentran en vías de desarrollo. Es verdad que una máquina puede hacer los trabajos mejor y más eficazmente que un obrero no especializado, pero recolectar con cosechadoras o utilizar sofisticada maquinaria de obras públicas, puede ser contraproducente en un país con exceso de mano de obra que necesita una manera de ganarse la vida.

La fase de los segadores y de los peones camineros puede ser necesaria. Los robots y la alta tecnología vendrán más tarde, pero de momento tendrían que esperar. Finalmente, en el teorema que lleva su nombre, Tinbergen asegura que en economía no existen varitas mágicas ni pócimas milagrosas que todo lo curan, y que si se quieren conseguir “n” objetivos hace falta implementar al menos “n” medidas, pues todo está relacionado con todo.

Combatir el paro puede generar inflación y una política cambiaria débil producirá desequilibrios en la balanza de pagos, de tal forma que como diría un castizo: lo que es bueno para el bazo es malo para el espinazo, algo que Tinbergen proclama de forma más académica, pero no menos contundente.

Desde el punto de vista humano, Tinbergen fue encarcelado por negarse a hacer el servicio militar. Sin embargo, no cabe acusarle de cobardía, pues aparte de que su objeción se produjo durante uno de los raros períodos de paz europea de la primera mitad del siglo XX, se atrevió a publicar en revistas alemanas, cuando su Holanda natal se encontraba ocupada por el ejército nazi, artículos en los que citaba como fuente de autoridad a numerosos investigadores judíos.

Para conocer un poco más a fondo sobre cada uno de los galardonados recuerda que puedes consultarlo todo en el libro ‘Una corona de laurel naranja’ o entrando al siguiente blog.

José Carlos Gómez Borrero

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