Juegos Olímpicos de Río 2016: la peor versión de Brasil

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La celebración de los Juegos Olímpicos 2016 está a la vuelta de la esquina. Cerca de 10.500 deportistas y medio millón de turistas extranjeros se darán cita del 5 al 21 de agosto. Río de Janeiro será el centro mundial del deporte… y de la economía. Ya no hay vuelta atrás, pero los problemas financieros, y sociales, a los que el país ha tenido que hacer frente en los últimos meses han puesto en entredicho la celebración olímpica, gafada ya por el dichoso mosquito zika y sus posibilidades de contagio entre los participantes.

Cuando en 2009 se concedió la organización de los Juegos Olímpicos a Río de Janeiro, la evolución de la economía emergente brasileña causaba admiración. El evento ponía el foco mundial en el país y reforzaba sus dinámicas de crecimiento. El futuro se antojaba prometedor.

Sin embargo, siete años después, la situación económica del país ha dado un tremendo vuelco. La que fuera la mayor economía de América Latina se encamina hacia su peor recesión en más de 80 años. Caída del pib (un 3,8%), desaceleración en el consumo privado y la inversión, desajustes entre el sector público y el exterior, un desempleo de más del 11% y una expectativa de déficit al finalizar 2016 cercano a los 47.000 millones de dólares. A esto hay que añadir la corrupción y la crisis política, que convierten al país en un cóctel molotov.

Sumido en una profunda crisis, el país ha rozado el colapso de la seguridad pública, la salud, la educación, el transporte y la gestión ambiental. La situación ha llevado a una revuelta social en contra de los recortes: los funcionarios y jubilados reciben tarde, o no, sus nóminas; los hospitales no pueden atender a los pacientes por falta de recursos; y los estudiantes han protagonizado varias huelgas.

Ante esta caótica situación, aumentada a causa de la organización de las Olimpiadas, Río de Janeiro decretó el pasado 17 de junio el estado de “calamidad pública” que habilita a las autoridades a adoptar las medidas excepcionales necesarias -léase pedir préstamos de emergencia sin la autorización de la Asamblea Legislativa, privatizar, vender inmuebles, etc.- para asegurar los servicios públicos básicos ante la llegada inminente de cerca de medio millón de visitantes extranjeros.

La previsión del déficit del estado de Río para este año es de 5.555 millones de dólares, así que ha tenido que pedir ayuda al gobierno federal para financiar las obras e infraestructuras que han generado los Juegos, como la finalización de la línea 4 del metro que une Ipanema con Barra da Tijuca, el cuartel general olímpico, o el pago de las horas extras de los policías que garantizarán la seguridad durante la celebración de los Juegos.

Tanto el estado de Río de Janeiro como la alcaldía de Río están gobernados desde hace años por el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) de centro derecha, al que pertenece el actual presidente del gobierno en funciones, Michel Temer, involucrado en el caso Petrobras, el gran escándalo de corrupción que azota a la empresa pública brasileña desde hace dos años. El asunto, que ha salpicado a las altas esferas políticas y empresariales del país, hizo que la presidenta electa, Dilma Roussef, fuera sometida a un impeachment que, el pasado mes de mayo, la apartó del gobierno mientras se realizaba la investigación. El próximo 2 de agosto, tres días antes de la inauguración de los Juegos, el Pleno del Senado decidirá si Rousseff se somete al juicio final para su destitución.

A los problemas políticos, económicos y sociales se suma el zika, la inseguridad, la contaminación de las aguas que albergarán algunas pruebas olímpicas… factores que han puesto en duda la conveniencia de celebrar los Juegos de Río 2016. Finalmente, el comité organizador decidió seguir adelante así que sólo cabe esperar disfrutar del evento y esperar que todo salga bien. Faltan 15 días, ya no hay vuelta atrás pero, a buen seguro, no se verán cumplidas las maravillosas expectativas de 2009 cuando Río fue elegida sede olímpica.

Autora: Elvira Calvo (26 julio de 2016)

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