La contabilidad de gestión en la pyme del siglo XXI (parte I)

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La contabilidad de gestión en la pyme del siglo XXI (parte I)

06/11/2013 | lacondicionmecanica.com – Jorge Segura

En principio, la contabilidad registra información económica para facilitar a los usuarios de la misma el diagnóstico y la toma de decisiones. La información contable es indispensable para las tres funciones básicas directivas; planificación, organización y control.

La contabilidad de gestión se fundamenta en la disciplina de la contabilidad, pero utiliza conceptos y técnicas de otras disciplinas para poder cumplir con su principal objetivo, el de asistir al directivo(*) (gerente) en su toma de decisiones.

El conjunto económico y empresarial ha experimentado en las dos últimas décadas un gran cambio cualitativo y cuantitativo. Para la gestión de la pequeña y mediana empresa, el cambio más importante es el relativo a la obtención y procesamiento de la información en una situación de incertidumbre nueva; se ha pasado de un sistema productivo de costes directos fácilmente identificables, cuya información era sencilla y fácil de interpretar, a otro cuyo proceso productivo es mucho más complejo y la dependencia de los costes indirectos mayor, dando lugar a un sistema de producción cuya generación y absorción de información es enorme (cantidad) y compleja (cualidad). Las aplicaciones de los avances creados tiempo atrás han llegado a la pyme, modificando sus procesos productivos más allá de las limitaciones de espacio y tiempo. Por lo tanto el conocimiento del proceso productivo se hace más complejo a la “mirada” del gerente-directivo, haciendo necesaria la posesión de ciertas herramientas que posibiliten la obtención de información.

El actual* Plan General de Contabilidad (PGC 2007), de acuerdo con el IASB (establecido ya en el antiguo FASB a principios de los años 80) propone dos requisitos básicos a cumplir, para la información contable en general; la relevancia y la fiabilidad. Se presupone que los individuos que elaboran la información interna conocen el proceso de producción y por lo tanto existe una garantía mínima de fiabilidad, dando una prioridad absoluta a la relevancia. Dicha presunción puede ser errónea.

Relevancia

Cada vez es más frecuente que las empresas, incluso las más pequeñas, sean gestionadas como transnacionales; su mercado puede seguir siendo local o regional, pero su competencia es mundial. La pyme española compite, como proveedora, con empresas de Polonia, Marruecos o India, con más fiereza que con sus competidores locales, que probablemente tendrán menos productos y servicios cruzados, pues a nivel regional su conocimiento cercano hará que se diferencien en mayor grado. Por lo tanto es más necesario que nunca poseer gran claridad sobre quién tome las decisiones, sobre quién se descarguen las responsabilidades y sobre quién tiene que dirigir en incertidumbre.

El concepto de organización aceptado popularmente procede de la antigua organización militar; sencillamente una organización se define por la forma en que se hace el trabajo(**). Antes el objetivo de una organización era que se hiciera el trabajo. En la actualidad se ha unido a ese objetivo el de atender al mercado, esto es, lo que se denomina unidad de negocio.

Por lo tanto, la organización pasa de tener la exigencia de terminar su proceso productivo a la autoexigencia de tener conocimiento de su proceso productivo, que es totalmente distinto. Dicho de otra manera, el mercado exige a la empresa tener pleno autoconocimiento de su proceso productivo, pero no en el sentido fabril sino en el sentido informativo y su métrica. Al pequeño se le exige ser autoconsciente, una especie de reflexión interna de la propia organización.

La cadena de valor de la empresa tiene dos flujos; el flujo tangible de materiales y el flujo de información. Por medio de este flujo de información la dirección conoce su organización y su producto. ¿Dónde se sitúa entonces la contabilidad de gestión?

El nuevo entorno competitivo de la pyme del siglo XXI hace que los márgenes de esta se reduzcan, los ciclos de producción sean más cortos, las tiradas de producto más pequeñas y una mayor diversidad y especialización de los mismos. Al moverse en márgenes más reducidos y productos o servicios menos estandarizados, la pequeña empresa necesita un gran conocimiento de cada una de las fases de su proceso productivo. Pero cuidado, estamos ante empresas cuyas estructuras organizativas y recursos son pequeños (pero sus requerimientos son grandes). La verdadera revolución organizativa se está dando en el seno de las pymes y micropymes (también en los autónomos/freelances), ya que los grandes conglomerados funcionan de la misma forma desde hace más de medio siglo.

Fiabilidad

La contabilidad de gestión, sobre todo en su vertiente analítica, se debe nutrir de unos datos de calidad (precisos). No debemos perder de vista que se trata de pequeñas y medianas empresas, organizaciones con recursos limitados y exigencias de eficiencia muy altas, por lo tanto la contabilidad de gestión debe ser mucho más precisa, es decir, mucho más fiable (libre de errores materiales).

Derivado de la herencia de Taylor, Fayol o Sloan, se tiene la errónea creencia de que existe
una organización con una estructura ideal. Sin embargo cada vez es más frecuente que las organizaciones se diseñen de formas diferentes, para diferentes objetivos, diferentes tipos de trabajo, diferentes personas y diferentes culturas.

Los profesionales, cuando leemos esto, inconscientemente pensamos en departamentos con responsables especializados, pero esta realidad es para las grandes empresas, el peso de la pyme en España supone más del 90% del tejido empresarial nacional, siendo casi otro 90% sobre aquel micropymes, ¡pero las exigencias de eficiencia son las mismas que las de aquellas!

Por lo tanto, la contabilidad de gestión se debe situar en una empresa cuya organización es mucho más flexible, ligera y sobre todo con menos recursos que lo que muestran en la mayoría de las ocasiones libros especializados (tirón de orejas para las universidades). Se tiene la idea de que debe existir una persona que se encarga exclusivamente de controlar los costes y controlar unos presupuestos que se deben ir cumpliendo o en su defecto ir ajustándolos, sin embargo en la pyme, en la mayoría de las ocasiones, no existen tales recursos. Por lo tanto hay que redefinir el establecimiento de los sistemas de control y de toma de decisiones que elaboramos los economistas.

(*) Jose Luis Iglesias Sanchez (2007). “Contabilidad de costes versus contabilidad de gestión”. Ediciones AECA

(**) Peter F. Druker. Artículo “Hacia una nueva organización”. Ediciones Harvard Deusto.

Este editorial tiene como origen el blog «La condición mecánica«. Puedes verlo al completo en el siguiente enlace. El propio autor Jorge Segura (@jorgel_segura) ha permitido su publicación en FXM Noticias.

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