La crisis actual es la quiebra de un modelo de crecimiento económico

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Carlos Berzosa Alonso-Martínez

Se cumplen seis años desde que se inició la crisis económica con el estallido de las hipotecas basura en Estados Unidos. Se está, por tanto, ante una crisis de larga duración y profunda que tiene un epicentro en Estados Unidos y un origen en el comportamiento de las finanzas en las últimas décadas. Este periodo relativamente largo se debe a que la crisis es resultado de un comportamiento económico que va más allá de casos concretos o actuaciones inadecuadas de política económica.

Estos seis años permiten tener una perspectiva sobre las causas que han provocado un terremoto de esta naturaleza y permite a su vez disponer de una capacidad de análisis acerca de la evolución de los hechos desde el inicio de la crisis hasta ahora. Se han escrito muchos libros y artículos sobre el particular en los que se exponen argumentos por parte de los diferentes autores que aportan alguna luz sobre lo sucedido, aunque se esté lejos de obtener un consenso sobre las causas que han determinado un cataclismo de estas características.

Sin embargo, lo que está sucediendo con el transcurrir de los acontecimientos está dando la razón a los análisis que se han realizado por economistas que se encuentran disconformes, aunque en grados diferentes, con el modelo de crecimiento que ha caracterizado a la economía mundial en las últimas décadas y las desatinadas políticas económicas que se han aplicado para combatir la catástrofe económica. Sin ir más lejos, el 10 de febrero de 2009 publiqué un artículo en El País en el que señalaba que la crisis financiera era más que eso: es una crisis global, pues supone el agotamiento de un modelo de crecimiento.

Este modelo de crecimiento se ha caracterizado en las últimas décadas por varios rasgos que en síntesis han sido los siguientes: fundamentalismo de mercado, desregulación económica, hegemonía de las finanzas sobre la economía productiva, y aumento de las desigualdades dentro de los países, sobre todos los avanzados, aunque también con importantes diferencias entre ellos. De forma, que la expansión y la consiguiente euforia habida en los años precedentes al estallido de la crisis se sustentaban en una visión superficial de los hechos y no se profundizó, por parte de la ciencia económica oficial, en lo que había detrás de esas elevadas tasas de crecimiento.

Los errores de predicción, que se han puesto de manifiesto al desencadenarse una crisis de esta envergadura, han dejado en muy mal lugar a la profesión de los economistas. Así ha sucedido en la mayoría de los economistas académicos, servicios de estudios de organismos internacionales, bancos centrales, gobiernos, y entidades privadas. Este fallo tan grave lo que deja al descubierto es la superficialidad en la que se sustenta la teoría económica dominante y los modelos econométricos utilizados, al dejar variables relevantes fuera de sus análisis.

No obstante, ha habido excepciones, como es el caso de Steve Keen, que ha sido considerado por parte de la profesión como el principal economista que fue capaz de predecir la crisis económica. A su vez, resulta un importante analista sobre las causas que la han motivado, de manera que en un artículo publicado en la Revista de Economía Crítica expone: “La causa fundamental de la crisis económica y financiera que comenzó a finales de 2007 fue que el sector financiero prestó principalmente para la especulación en lugar de para la inversión.

La burbuja de deuda privada creada de esa manera no tiene precedentes en la historia de la humanidad y, ciertamente, en el siglo pasado. Su desinflado es la principal causa del ya largo descenso del crecimiento económico. El reciente crecimiento de la deuda soberana es un síntoma de la crisis subyacente, no la causa, y la actual obsesión por reducir dicha deuda soberana no hace sino exacerbar el problema de raíz, que es el desapalancamiento del sector privado”.

Este párrafo resulta muy revelador de lo que origina la crisis y explica el por qué las políticas económicas no solamente no han sido capaces de resolver el problema, sino que en algunos casos han contribuido a su agravamiento. En suma, lo que está sucediendo es debido a que las medidas puestas en marcha han ido fundamentalmente a los efectos y no a las causas. Las recetas dogmáticas que se mantienen por parte de economistas y políticos no dejan de ser mitos, que han sido desautorizados por la historia, sin ninguna prueba real que los avale.

Hay que ser conscientes de que una crisis que ha sido motivada por las razones que documenta suficientemente Keen, y cuyos comportamientos se han dado en el contexto que he enunciado anteriormente, no tiene fácil arreglo y el saneamiento de lo que ha pasado en las finanzas lleva un tiempo relativamente largo. Lo peor es que una vez que las economías han enfermado los remedios aplicados no han servido para paliar las consecuencias graves que se derivan de una situación recesiva, y desde luego han estado lejos de provocar una mejora.

Se ha actuado mal y tarde, al tiempo que se combate el estancamiento con la ortodoxia, sobre todo en la Unión Europea, que ha sido causante del estallido de la crisis. De modo que el estado de la economía ha empeorado de forma que resulta cada vez más complicado salir de la situación. Se está en un círculo vicioso que hay que romper, pues si no es así es muy complicado conseguir una verdadera recuperación. La Unión Europea (UE) y el Banco Central Europeo han cometido demasiados desatinos. Un análisis muy adecuado se puede encontrar en el libro de Girón y Solorza (2013) Europa. Deudas soberanas y financiarización.

Para ello se necesita otra política económica que ponga el acento en el saneamiento financiero, y que sea capaz de restablecer el crédito. Hay que buscar soluciones al exceso de deuda y en este sentido Keen aporta ideas interesantes a tener en cuenta. Hay que actuar a escala global para frenar los excesos cometidos por el sistema financiero e impedir el predominio de la especulación sobre la inversión productiva. Hay que eliminar los paraísos fiscales y combatir con eficacia el fraude fiscal y la evasión de capitales. Todo ello se tiene que hacer a escala mundial, pero también se puede llevar a efecto desde la UE. Desde la UE se tienen que impulsar propuestas de crecimiento ya que la austeridad condena a las economías a la recesión o bajo crecimiento, como se está comprobando.

Por lo que concierne a nuestro país, las medidas de racionalización del gasto público deben estar presididas por el establecimiento de prioridades en las que hay que preservar la educación, sanidad e investigación por encima de todo. Antes que recortar en exceso estos gastos, como se está estableciendo, se pueden eliminar muchos otros tal como expuso Cuadrado Roura en la lección que impartió en la investidura de doctor honoris causa por la Universidad de Jaén en 2012.

No basta solamente con ello sino que hay que cambiar el modelo de crecimiento que nos ha traído hasta aquí. Esto requiere tiempo y otra política económica y social, pues si no se reforma el sistema hacia un modelo más igualitario y respetuoso con el medio ambiente, y en el que conviven de manera escandalosa, la opulencia y tantas privaciones que se dan en el mundo, incluso cada vez más en los países ricos, se volverá a repetir la crisis y lo que es peor viviremos en un mundo más inseguro, tanto económica, como social y políticamente.

Por Carlos Berzosa Alonso-Martínez

Nació en Madrid en el año 1945 y es Catedrático de Economía aplicada de la Universidad Complutense de Madrid. Rector de esta Universidad durante los años 2003 a 2011, fue además durante catorce años, Decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales. Miembro del Consejo de redacción de la Revista de Economía Mundial (REM) y director de la publicación Revista de Economía Crítica, pertenece al Consejo editorial de la revista mensual Temas para el Debate y dirige la colección de economía de la editorial Síntesis.
Comprometido con la consecución del desarrollo económico y la lucha contra la pobreza, es Secretario de la Junta Directiva Estatal de la ONG Acción para la Cooperación con el Sur (ACSUR), y pertenece asimismo a la Junta Directiva del capítulo español de la Sociedad Internacional para el Desarrollo (SID). Ha sido colaborador y tertuliano en medios de comunicación como la cadena SER, Onda Cero e Intereconomía, y es autor de diversos libros y numerosos artículos en publicaciones científicas, con un amplio reconocimiento en Europa y América.

Referencias bibliográficas:
Berzosa, Carlos (2009): “¿crisis financiera o crisis global?” en El País, 10 de Febrero.
Berzosa, Carlos (2011): crisis de las finanzas capitalistas, Fundación 1º de mayo, Madrid.
Girón, Alicia y Solorza, Marcia (2013): Europa. Deudas soberanas y financiarización, Universidad Nacional Autónoma de México/ Instituto de Investigaciones Económicas, México.
Keen, Steve (2012): “Manifiesto del observatorio de la deuda”, Revista de Economía Crítica, nº 14, segundo semestre 2012.

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