Los Rothschild (III): Los últimos mohicanos de la banca de Inversión

Wassily Leontief

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La vieja red de negocios de los Rothschild, extremadamente ágil en el siglo XIX fue perdiendo efectividad con el transcurso de los años. Muchas de las agencias de la Casa, repartidas por todo el mundo, fueron desaparecido a lo largo de sucesivas crisis o por el fallecimiento del responsable. Estas representaciones no siempre fueron repuestas por la casa matriz. De hecho, la propia casa MA Rothschild & Söhne, de Frankfurt, cerró en 1901, como lo había hecho en 1863 la de Nápoles. La familia tardaría más de 80 años en recuperar la representación en su plaza natal.
La decadencia en la red y los negocios de los Rothschild se hace aguda en algunos negocios tras la primera Guerra Mundial. Inmediatamente después, fueron perdiendo alguno de sus negocios tradicionales, como el del mercurio. El negocio de los bonos soberanos se ha reducido para ellos hasta el extremo, el descuento comercial de letras ha pasado ya mayoritariamente a manos de los bancos comerciales y la mayor parte de las empresas ferroviarias comienzan a dar pérdidas millonarias. La debacle solo concluye con el inicio de las nacionalizaciones, que había empezado en los años 20 con los ferrocarriles austriacos y continúa en 1937 con Nord y en 1941 con MZA y el conjunto de los ferrocarriles privados franceses y españoles.
Las empresas mineras de la familia lograron salvar con éxito la década de los años 20 e incluso, abren nuevas vías de futuro en yacimientos emergentes, como los que tomó Rio Tinto en Rhodesia y Peñarroya por toda la rivera del Mediterránea, en muchos casos huyendo de la mala situación socio-política española, que se hace insostenible con el inicio de la Guerra Civil y la depresión de los mercados internacionales de materias primas.
La segunda guerra mundial habría sido, si cabe una solución a los problemas de mercado de sus empresas mineras, pero para los Rothschild fue un desastre. La persecución que sufrió la familia por parte de los nazis, que en 1938 había literalmente les había expulsado de Viena y el Creditalstat, sin contraprestación alguna, continuó con los bienes de la casa Rothschild Frères, que fueron secuestrados el gobierno colaboracionista francés, que intervino en 1940 el banco y repartió la gestión de sus empresas entre diferentes sociedades.
Aunque ningún Rothschild murió violentamente en la guerra, el conflicto dejó desarmada la estructura administrativa de las distintas ramas, con la excepción de la rama británica, aunque en su caso, su decadencia fue de la mano del propio role de la City en las finanzas internacionales frente a los mercados norteamericanos de capital. Al menos durante tres décadas, N.M Rothschild fue un banco eminentemente doméstico y el balance de los negocios familiares en los años 40 y 50 pueden convidarse modestos con respecto a épocas.
La familia tuvo que hacer un ejercicio de realismo y atacar una serie de cambios, esenciales para la supervivencia, en los que se impuso un cambio generacional. Con un claro protagonismo de Evelyn Rothschild en Londres y Guy de Rothschild en París, la gestión comenzó a liberarse de algunos elementos obsoletos en la gestión. En 1960 N. M. Rothschild permite por primera vez la entrada como socios de la firma a ejecutivos ajenos a la familia y la casa francesa deja en 1967de ser Banque d’affaires y se transforma en Banque Rothschild, pasando a cotizar en bolsa y haciendo por primera vez públicos sus balances.
Guy Rothschild fue muy agresivo esos años en el apartado industrial, concentrando en 1962 todo su holding minero en el grupo IMETAL, y se permitió una serie de aventuras en el sector petrolero y energético. No parece, en cambio, que se pudiera ampliar su vieja relación con Río Tinto, cuya crecimiento exponencial como gran corporación minera, tras su fusión con Zinc Corporation, diluyó extraordinariamente el peso de los Rothschild en el accionariado. Tampoco en la de Beers, aunque la familia Rothschild ha conservado en las últimas décadas un puesto en el consejo de administración. Entre tanto, la rama inglesa tomó un protagonismo inusitado en el proceso de privatizaciones de la era Thatcher, que luego le ha permitido ser muy competitivo en el ámbito de las fusiones y adquisiciones frente a las banca comercial y los bancos de inversión norteamericanos. Han sido años de expansión, en los que los Rothschild han vuelto al escenario internacional, reabriendo oficinas por todo el mundo.
Sin embargo, los años finales de la década de los 70’ e inicios de los 80’ va a desencadenarse dos acontecimientos determinantes que van a remarcara carácter de empresa familiar de Rothschild, sin renunciar a mantenerse en la élite de la banca de inversión mundial.
En 1980, el gobierno de François Mitterrand nacionalizó la Banque Rothschild. Fue un acontecimiento paradójico en la historia de la familia, porque la respuesta por su parte fue redoblar el control de sus activos, que en ese año solo alcanzaban a un tercio de su propio banco. David y Eric Rothschild refundan las operaciones de la familia a partir de una sociedad instrumental, Paris-Orleans, que en dos décadas ha acumulado un activo de 7.700 millones de euros, con un control accionarial absoluto por parte de la familia.
En paralelo Jacob Rothschild abandona la casa N.M Rothschild, para instalar por su cuenta su propia firma de inversión. Es el fin de una larga disputa con su primo Evelyn Rothschild sobre la necesidad de recabar nuevos capitales sacando a bolsa la firma. Jacob creyó que era el momento de dar el paso, siguiendo el camino de beneméritas casas de banca americana como Lehman Brothers, Bear Stearns, Merrill Linch y J.P. Morgan, que lo habían hecho y estaban creciendo y robándoles a marchas forzadas terreno en el panorama de la banca de inversión. Evelyn se resistió y encontró un aliado inesperado, su tío Victor, padre de Jacob, que contradijo a su hijo en su propuesta, precipitando la salida de éste del banco en 1980.
La casa Rothschild fue a contracorriente entonces, siendo fiel a sus principios, y el tiempo le ha dado la razón. Todos los bancos de inversión referidos han desaparecido o pasado enormes dificultades en la crisis de 2007-2008, en tanto que ellos se han dedicado a hacer “leña del árbol caído”, contratando alguno de los ejecutivos más brillantes de sus competidores desaparecidos.
Pero no queda ahí la cosa, puesto que, en un caso sin precedentes en el ámbito de la historia empresarial, los Rothschild reunificaron en 2008 la mayor parte de sus negocios, a pesar de haberlos hecho independientes sobre el papel desde hacía 99 años. El proceso había ido fraguándose desde que en 1968 Guy Rothschild fue nombrado socio de N.M. Rothschild & Sons y Sir Evelyn consejero de Banque Rothschild y se ha cerrado al ceder Evelyn la totalidad de su participación en la firma a N.M. Rothschild & Sons a sus primos franceses, David y Eric Rothschild. Se volvían así a unir en Londres todos sus activos de la familia, dispersos hacía un siglo a pesar de las participaciones cruzadas entre las distintas ramas familiares. En ellas incluimos acuerdos más que amistosos con otra rama pujante de la familia, con sede en Suiza, que fundó en 1953 Edmond de Rothschild con el nombre de LCF Rothschild Group (hoy Edmond de Rothschild Group). Los Rothschild, en definitiva, han seguido dando sentido al viejo símbolo de las cinco flechas, que unidas toman fuerza. Mantener ese vínculo familiar, tras su particular diáspora por toda Europa, manteniendo los valores familiares y la competitividad en los mercados es un logro extraordinario que solo la perspectiva de la historia logra darle todo su valor.

 
Miguel A. López-Morell (Universidad de Murcia) y miembro de la Asociación Española de Historia Económica.

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