Se acerca rápidamente la era de los cerebros cibernéticos

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Se acerca rápidamente la era de los cerebros cibernéticos

30/09/2015 | Financial Times – Financial Times Español

La informática y la neurociencia se están uniendo rápidamente — una convergencia que queda claramente ilustrada mediante el primer uso de un algoritmo de programación para procesar las señales eléctricas en el cerebro humano, hecho que fue divulgado esta semana. El implante desarrollado en la University of Southern California ayuda a un cerebro dañado a codificar los recuerdos y ofrece la esperanza de desaparecer la amnesia extrema, ya sea causada por accidente o por enfermedad.

Recientes avances están llevando la neurotecnología a entornos que hubieran parecido ciencia ficción hace una o dos décadas. Por ejemplo, las personas paralíticas pueden operar brazos robóticos e incluso mover sus propias extremidades cuando se canalizan sus pensamientos a través de implantes electrónicos. Los super escáneres están comenzando a desbloquear las mentes de algunos pacientes que se pensaba que estaban en estado vegetativo permanente. Y los experimentos con animales de laboratorio, libres de las restricciones éticas que se aplican a los sujetos humanos, dan una idea de las posibilidades futuras, como reescribir los recuerdos para eliminar las malas experiencias y reforzar las buenas.

Aparte de expresar total admiración por la velocidad del progreso de la bioelectrónica, ¿cómo debería responder la sociedad? El uso de la tecnología de la información para manipular las memorias y los pensamientos humanos plantea claras cuestiones éticas y morales, pero primero debemos agradecer los beneficios médicos prometidos. Si las pruebas clínicas confirman que la prótesis de USC puede restaurar la memoria en pacientes relativamente jóvenes con accidentes o derrames cerebrales, codificando sus señales cerebrales para que eviten la región dañada del cerebro, eso sería un adelanto fantástico.

Investigadores han mencionado también que la tecnología puede ser aplicada posiblemente en el tratamiento del Alzheimer. Es probable que restaurar la memoria mediante un implante en pacientes con Alzheimer, quienes sufren de extensa neurodegeneración, sea más técnicamente difícil que reorientar las señales neuronales para que eviten una lesión localizada causada por accidente o derrame cerebral.

Incluso si esto se hace posible, hay cuestiones preocupantes acerca de los recursos que se deben dedicar a usar neuroimplantes para tratar enfermedades progresivas en los ancianos — y más generalmente acerca de quiénes deben recibir terapia bioelectrónica.

Más allá de la asignación de recursos y la selección de pacientes, hay cuestiones más amplias acerca de la identidad humana a medida que los implantes computerizados entran en nuestras mentes y cuerpos. Aunque es poco probable que los híbridos máquina-humano que llevan el nombre de «cyborg» aparezcan en el mundo real aún por mucho tiempo — incluso si la investigación continúa acelerándose y el coste de la tecnología comienza a disminuir — no es demasiado temprano para pensar acerca de las implicaciones de las mejoras electrónicas tanto de los enfermos como de aquellos que están sanos.

Algunas de las cuestiones son similares a aquellas sobre las que la gente se ha estado preguntando durante algún tiempo acerca de las futuras mejoras genéticas. Por ejemplo, hay cuestiones de equidad si solamente unos pocos privilegiados pueden darse el lujo de implantarse una memoria electrónica y un amplificador del rendimiento mental — a unos precios fuera del alcance de la mayoría. Y la computarización humana planteará varios problemas por sí misma — sobre todo la seguridad y la privacidad. Tarde o temprano tendremos que enfrentarnos a la amenaza del pirateo malicioso de las memorias personales.

 

Cyborg brains are heading this way, soon

09/30/2015 | Financial Times – Financial Times English

Computing and neuroscience are coming together fast — a convergence illustrated vividly by the first use of a computer algorithm to process electrical signals in the human brain, disclosed this week. The implant developed at the University of Southern California helps a damaged brain to encode memories and offers the hope of banishing extreme forgetfulness, whether caused by injury or disease.

Recent advances are taking neurotechnology into realms that would have seemed science fiction a decade or two ago. For example, paralysed people can operate robotic arms and even move their own limbs when their thoughts are channelled through electronic implants. Superscanners are beginning to unlock the minds of some patients who were thought to be in a permanently vegetative state. And experiments with lab animals, free of ethical constraints that apply to human subjects, give a peek at future possibilities, such as rewriting memories to obliterate bad experiences and reinforce good ones.

Apart from expressing sheer wonder at the speed of progress in bioelectronics, how should society respond? Using information technology to manipulate human thoughts and memories clearly raises moral and ethical issues, but first we should welcome the promised medical benefits. If clinical trials confirm that the USC prosthesis can restore memory in relatively young patients with head injuries or stroke, by encoding their brain signals to bypass the damaged brain region, that would be a fantastic advance.

But the researchers have also mentioned Alzheimer’s disease as a possible long-term application of the technology. Restoring memory through an implant in Alzheimer’s patients, who suffer from widespread and diffuse neurodegeneration, is likely to be more difficult technically than rerouting neural signals past a localised lesion caused by head injury or stroke.

Even if this becomes possible, there are troubling questions about the resources that should be devoted to using neural implants to treat progressive diseases in the elderly — and more generally about who should receive bioelectronic therapy.

Beyond resource allocation and patient selection lie broader questions about human identity as computerised implants enter our minds and bodies. Although human-machine hybrids worthy of the name “cyborg” are unlikely to appear in the real world for decades, even if research continues to accelerate and the cost of the technology begins to fall, it is not too soon to think about the implications of electronic enhancement of the healthy as well as the sick.

Some of the questions
are similar to those that people have been asking for some time about future genetic enhancement.
For instance, there will be issues of equity if a privileged few can afford to implant an electronic memory and mental performance booster beyond the means of the majority. On the other hand, human computerisation will raise some problems of its own, above all security and privacy. Sooner or later we will have to face up to the threat of malicious hacking into personal memories.

Copyright &copy «The Financial Times Limited«.
«FT» and «Financial Times» are trade marks of «The Financial Times Limited».
Translation for Finanzas para Mortales with the authorization of «Financial Times».
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