Sobredosis de turismo

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En los años 60 España volvía a sonar con fuerza en el mundo. Olvidada desde el descubrimiento de América, el rol tornó de conquistadores a conquistados. El buen clima y los seductores precios respecto a otras opciones europeas, posicionó al sector turístico como motor de la economía española. Se llevaron a cabo grandes inversiones en infraestructuras, transporte y otros servicios y, de este modo, se creó una oferta solvente y de calidad. Por otro lado, la demanda también estaba al nivel, familias de los 5 continentes buscaban relax en la península ibérica pero la cultura ha evolucionado y cada vez son más jóvenes los turistas que llegan. Éstos últimos suman una variable más a la ecuación de sol y playa, convirtiéndolo en el “SPA”, es decir, Sol, Playa y Alcohol. Durante 2016 la llegada de turistas superó los 75 millones, lo que supuso un incremento del 10% respecto al año anterior.

Cualquier economía que sea muy dependiente del turismo hace que en momentos de crisis sea un castillo de naipes que fácilmente se balancee. No obstante, gracias a las fuertes inversiones pasadas en España, se permitió estabilizar el turismo y que, incluso, se incrementase. Los precios aún siguen siendo competitivos, sobre todo en el levante. Es ahí donde hace unos años que se ha instalado un peregrinaje de infantes de entre 18 y 25 años denominados “vampiros”. Éstos no beben sangre, aunque si otros líquidos de similar color. Además, son nocturnos y hacen vida cuando el sol se desangra en el horizonte.

El clima es uno de los mayores atractivos, aunque nunca llueve a gusto de todos como bien entona el refranero español. Los hosteleros están encantados con cualquier tipo de turismo que gaste dinero, los vecinos sin embargo, están cansados. Como cada verano, las rotativas y los informativos emiten noticias de núcleos urbanos costeros tomadas por jóvenes extranjeros que lo convierten en ciudades sin ley. Tienen un gasto medio de 80€ al día según FONTUR (Fondo Nacional de Turismo) y hay ciudades como Magaluf que directamente viven de ese tipo de turistas. Sin embargo, los colectivos de vecinos se quejan de los destrozos que dejan en las ciudades y las constantes peleas que hay entre los ellos.

Los países que más turistas nos «envían» son Reino Unido, Alemania, Francia y Estados Unidos. Respecto a qué comunidades autónomas reciben más turistas, Cataluña de nuevo encabezó la lista de 2016 con un 25% sobre el total. Le sigue Baleares con un 23% y Andalucía con un 7% según Turespaña (organismo público, adscrito al Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital). Por otro lado, núcleos tan importantes como Madrid, acogen otro tipo de turismo. Los que eligen la capital de España como destino vacacional, buscan sobre todo ambiente diurno y visitas a museos o emplazamientos importantes. Suelen tener un rango de edad mayor, a partir de 35 años, y su poder adquisitivo es superior respecto a los turistas que se emplazan en las zonas costeras de la península.

Nueva política en Barcelona

La historia del turismo en Cataluña no es reciente. Sin embargo, al segmentarlo por provincias se observa que Barcelona, desde hace dos décadas, se ha convertido en el destino preferido por jóvenes de entre 18 y 35 años de todo el mundo. Los empresarios han querido sacar partido y se llegó a un punto en que la situación estaba tan desregulada como lo estuvo Wall Street tras la segunda Guerra Mundial. Ante la gran oleada de pisos turísticos sin licencia, el Ayuntamiento de Barcelona anunció la moratoria turística por la que, por el momento, se impide la concesión de nuevas licencias de alojamientos turísticos. Esto ha desembocado en una guerra abierta entre el sector y la política (y la propia Administración), pero aún no hay datos verídicos sino estimaciones sobre los beneficios o pérdidas de esta medida.

El turismo de sol es estacional como el trabajo que crea. España goza de muy buena salud en este sector. No necesita publicidad, como las grandes marcas, para persuadir y tiene un entramado de servicios para todos los bolsillos. Cada año llegan más turistas en un tiempo en que el castellano de Cervantes pierde fuerza ante los himnos que de fuera vienen entonando: fiesta, siesta y paella.

Autor: Daniel Moreno (27 junio)

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