Teresa de Acosta

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María Teresa de Acosta Toro y González nació en Granada el 2 de julio de 1777 y falleció en la misma ciudad el 20 de mayo de 1851. Era hija del matrimonio formado por Miguel de Acosta López González y Cuevas y María Josefa Toro. Teresa casó en 1808 con José María Rodríguez Sancho y ambos fueron los padres de José María y de Micaela Rodríguez Acosta. A la muerte de su esposo, Teresa se convirtió en la fundadora de una dinastía de banqueros que se mantendría durante siglo y medio en el negocio financiero. Sus descendientes consolidarían la banca familiar Rodríguez-Acosta, que se mantuvo en funcionamiento en Granada hasta su venta al Banco Central en 1946, banco del que habían sido accionistas fundadores y uno de cuyos miembros, Manuel Rodríguez-Acosta González de la Cámara, ocuparía la presidencia del mismo en los años inmediatamente posteriores a la Guerra Civil Española.

El apellido Acosta procede, por vía materna, de una familia de emigrantes portugueses que en la segunda mitad del siglo XVII se establecieron en Granada, sin que tengamos noticia alguna su actividad de entonces. En su rama paterna, procede de Villaviciosa, en Asturias, desde donde un miembro de la familia se trasladó en los primeros años del siglo XV a la ciudad granadina de Loja, para instalar en la misma un negocio de alquiler de caballerías, necesarias para el cambio de tiro de las diligencias a mitad de camino entre Granada y Málaga. La segunda generación se encuentra ya en la propia ciudad de Granada, al frente de un comercio de cordelería en una céntrica calle de la ciudad y no fue hasta la tercera generación cuando esta familia se inició en los negocios del dinero. Existe sin embargo testimonio documental de que, en la tienda de cordelería, los Rodríguez admitían ya en 1782 depósitos de particulares y pagaban interés por ellos, de donde resulta que la intermediación financiera gozaba ya de una cierta tradición familiar.

El fallecimiento de José María Rodríguez Sancho en diciembre de 1824, dejó a su viuda Teresa de Acosta con un capital próximo a los 200.000 reales y fue precisamente Teresa de Acosta, asesorada por un clérigo muy vinculado a la administración de los bienes familiares, Felipe Valverde y Pérez, quien tomó la iniciativa de fundar en la ciudad una casa de banca que funcionó a partir de ese momento con el nombre de “Viuda de Rodríguez”. Los datos sobre esta primera época pertenecen a los años de 1840-42, pero puesto que proceden de un libro diario número seis, no cabe duda que existieron cinco anteriores. Esto indica que su actividad se remontaría una década atrás, posiblemente a 1831, porque es verosímil la hipótesis de que Teresa de Acosta adquiriera un negocio bancario que habría girado en Granada entre el 2 de octubre de 1830 y el 24 de agosto de 1831 bajo el nombre de “José Siqués y José Vergés. Comisionistas”, a cuya actividad le habría dado continuidad doña Teresa a partir del verano de ese último año.

En todo caso, el análisis de los apuntes contables de “Viuda de Rodríguez” pone sobre la pista de que se trata de una casa de comisiones, giros y transferencias, dedicada a servir de medio de pago al comercio entre distintas ciudades. Entre el mes de mayo de 1840 y febrero de 1842 se efectuaron desde Granada 2.034 transferencias por un importe de 20,8 millones de reales, de las que el 72 por 100 se hicieron a ciudades de Andalucía Oriental, un 9 por 100 a Andalucía Occidental y un 19 por 100 al resto de España; igualmente, de las 1.465 transferencias recibidas por valor de 25,8 millones de reales, el 80 por 100 procedían de la misma región Penibética, el 7 por 100 de la Bética y el 13 por 100 de provincias de fuera del área andaluza, pero manteniendo todo ello una situación favorable para Granada de 4,9 millones de reales para el periodo estudiado.

Dentro de este panorama, la casa «Viuda de Rodríguez» trabajaba a comisión, cobrando unos porcentajes que, unas veces se deducían del dinero a transferir y otras se pagaban en efectivo por caja. El sistema de trabajo, por otra parte, consistía en establecer convenios entre banqueros en las distintas ciudades, abriéndose mutuamente un crédito en cuenta corriente en la que abonarían y cargarían las operaciones ordenadas diariamente por correo y que una vez al año o al semestre se liquidarían, saldándose las diferencias en efectivo o con un nuevo crédito en cuenta corriente.

Interesa destacar la labor de banquero o de comisionista regional de la casa Viuda de Rodríguez, tal vez como la entidad con más garantía de la región. ¿Qué otro sentido puede tener, por ejemplo, que una transferencia de Málaga a La Coruña se hiciera a través de Granada? Pero no es éste un caso aislado; resultaba completamente normal que Blas Querol, de Adra, hiciese sus transferencias a Reni y Cía., de Málaga, a través de Granada; que Diego Cardenete de Loja enviara sus órdenes a Sevilla a través de la casa «Viuda Rodríguez»; que Ángel Fernández, de Jaén, entregara por el mismo conducto letras para cobrar en Cabra; e incluso que Pedro Nantes, de Sevilla, hiciera sus pagos a Juan A. Mojares, de Valencia, a través de Granada y que Zulueta, de Málaga efectuara sus transferencias a Madrid, Barcelona y Alicante través de la banca granadina. La garantía de que gozaba la casa y la amplia red de conexiones bancarias de que disponía en toda la nación no necesitan mejor prueba.

Entre septiembre de 1844 y julio de 1847, Felipe Valverde y, en consecuencia, la Casa para la que trabajaba, “Viuda de Rodríguez”, se convirtió en Depositario de la Universidad de Granada. El nombramiento se produjo mediante Real Orden de 14 de septiembre de 1844 y se le dio posesión el 24 de octubre, tras proceder al depósito de una fianza de 150.000 reales. Desde dicha responsabilidad, la depositaría recibía los fondos de la Administración del Estado destinados a este fin, cobraba los importes de derechos de examen y de expedición de títulos, pagaba mensualmente el sueldo de los catedráticos y hacía frente, igualmente, al resto de los gastos de administración habituales de la Universidad, justificando todo ello directamente al organismo de la corte denominado «Centralización de los fondos de Instrucción Pública».La creación de los Comisionados del Tesoro en cada provincia, encargados de la centralización de todas las operaciones económicas del Estado en cada una de ella, que se produjo a primeros de julio de 1847, obligaba a ingresar los fondos que recaudasen los depositarios en las cajas del comisionado. Esta nueva situación, que convertía el cargo en mera administración, hizo que Valverde se retirara de tal cometido, como se deduce del hecho de que la documentación relativa a esta actividad se extinga del archivo bancario a finales de julio del citado año 1847.

Lo lamentable es que de todo el periodo en que esta banca giró bajo la razón social de «Viuda de Rodríguez» (1831-1851) únicamente se han podido recuperar los datos comprendidos entre el 12 de mayo de 1840 y el 10 de febrero de 1842 gracias a la conservación de uno de sus libros diarios. Por consiguiente, la pista más certera respecto al buen funcionamiento del negocio no se puede obtener de los libros de contabilidad sino gracias al inventario de bienes realizado a la muerte de Teresa Acosta, ocurrida en 29 de mayo de 1851.

Su capital propio al fallecimiento de su marido, en 1824, una vez distribuidos los bienes del mismo y los gananciales entre sus hijos, ascendía a 96.277 reales; a su muerte, 27 años más tarde, el inventario de su fortuna personal era de 426.615 reales canalizada fundamentalmente en tres direcciones: fincas urbanas, fincas rústicas y propiedades mineras. Esto permite suponer un óptimo funcionamiento y unos magníficos beneficios obtenidos a través, principalmente, de la casa de banca que era su principal actividad. A algunas de estas propiedades se había accedido a través de un procedimiento típicamente bancario del siglo XIX, el pacto de retro-venta, modalidad de crédito con más garantías incluso que el préstamo hipotecario, porque permitía entrar en posesión de la finca en el mismo momento de formalizar el préstamo, si bien con el compromiso de “retraer” la venta si se pagaba la deuda en el plazo convenido.

El capital inventariable fue dividido entonces entre sus dos hijos, José María y Micaela Rodríguez Acosta, pero en el acuerdo de división se especificaba que «Existiendo otro capital perteneciente a la señora finada y no procedente de fincas rústicas ni urbanas… se declara que las dos partes, de consenso, liquidarán en su día y con vista de los libros y asientos de la casa de giro el indicado capital activo dis¬tribuyéndose sus resultas entre sí por iguales partes y sin que para todo ello sea necesaria la intervención de terceras personas». De dicho acuerdo resultó que su hijo mayor se quedó con la “casa de giro”, nominada entonces como “Viuda de Rodríguez”, quien la gestionó con su propio nombre, «José María Rodríguez Acosta», de cuya mano se fue transformando de una casa de giro, comisiones y transferencias en un auténtico banco en el pleno sentido de la palabra.

BIBLIOGRAFÍA:
– Titos Martínez, Manuel: Crédito y Ahorro en Granada en el siglo XIX. Granada, Banco de Granada, 1978, 2 vols.
– Titos Martínez, Manuel y Fernández Mesa, María Trinidad: «El archivo de la Banca Rodríguez-Acosta de Granada», Teoría, Historia y Metodología de la Documentación en España (1975-2000). Madrid, Universidad Complutense, 2000, pp. 249-259.
– Titos Martínez, Manuel: El sistema financiero en Andalucía. Tres siglos de historia, 1740-2000. Sevilla, Instituto de Estadística de Andalucía, 2003, 344 pp.
– Titos Martínez, Manuel: Rodríguez-Acosta. Banqueros granadinos 1831-1946. Madrid, Lid Editorial, 2004, 488 pp.
– Titos Martínez, Manuel: “Rodríguez-Acosta (1831-1946)”. En Antonio PAREJO (Coordinador), Cien Empresarios Andaluces. Madrid, Lid Editorial Empresarial, 2011, pp. 245-252

Manuel Titos Martínez. Universidad de Granada.

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