"Yo sí puedo", dice Obama

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«Yo sí puedo», dice Obama

21/11/2014 | Edward Luce – Financial Times Español

Tiene sentido que el primer viaje del Presidente Obama sea a Las Vegas después de su discurso emitido en directo el jueves pasado por la noche. La ciudad es para los jugadores y Obama ha ido ‘all in’ con todo lo que le queda en su agenda. Lo que está en riesgo son las posibilidades de encontrar un punto común con los recientemente victoriosos republicanos. Las probabilidades de llegar a un tipo de acuerdo sobre la reforma fiscal, la confirmación de los nombramientos presidenciales y de meter prisa a los acuerdos de comercio global de Obama ya son menores. Como respondan los republicanos, es sólo cosa suya. Pero, como bien sabe Obama, esto es justo el tipo de jugada que les provocará que aumenten las apuestas. ¿Todo esto valdrá la pena?

La tentadora respuesta es no. Dado el ruido que han causado las gestiones de Obama, su alcance es sorprendentemente modesto. Otros presidentes, como Bush padre e hijo, han utilizado su “autoridad discrecional” para excluir ciertas categorías de inmigrantes ilegales de la deportación. La acción directa de Obama va más allá. Pero sería difícil de llamarla anti constitucional – y aún más como una ofensa impugnable, algo que han reclamado los más encendidos opositores de Obama. Para resumir: Obama ha ofrecido la oportunidad a hasta 5 millones de inmigrantes ilegales de solicitar un aplazamiento de la deportación de tres años. De todas formas, la mayoría no habrían sido deportados. Y es más, el sucesor de Obama podría rescindir la orden tan fácilmente como él la ha promulgado.

Entonces, ¿por qué hay tanto jaleo? Algunos de los críticos más vehementes de Obama le han comparado al Rey Jorge del Reino Unido. Justo después de la dura derrota de los demócratas en las elecciones a la mitad de la legislatura, dicen que es otra muestra de un presidente dictatorial que hace la vista gorda a la voluntad de la gente. Para comprobar este punto, dicen que Obama eligió posponer esta acción hasta después de las elecciones a propósito porque sabía lo poco popular que iba a ser. Este último punto es claramente cierto. Pero la idea de que Obama es imperioso es absurda. Sus acciones tienen limitaciones y son reversibles. Además, en defensa de Obama, existe cierta exageración. Sus seguidores más fieles equiparan sus acciones a la Proclamación de Emancipación de Abraham Lincoln que acabó con la esclavitud sin tener la aprobación del Congreso. Ojalá que se pudieran comparar. Lo más probable es que las acciones de Obama acabarán con cualquier esperanza de una reforma migratoria durante su legislatura.

Ya está bien con la orden presidencial. ¿Qué pasa con las políticas? Aquí Obama tiene todas las de ganar con su apuesta. Los que se encuentran confusos sobre el brote de impaciencia no muy característico de Obama deberían recordar el año 2010 cuando los republicanos tomaron control de la Cámara de Representantes. Obama hizo lo imposible por llegar a un punto medio con sus rivales sobre la reforma fiscal, que fue el asunto más importante del momento. A cambio, los republicanos llevaron a los EE. UU. al precipicio de una suspensión de pagos (default). Lo mismo se aplica a los esfuerzos de Obama para crear una ley bipartita sobre la reforma migratoria. Ha tomado medidas severas para, antes de nada, reforzar la seguridad fronteriza para así satisfacer las demandas republicanas a la hora de poder ofrecer a los inmigrantes ilegales una vía hacia la ciudadanía. Y una vez más, no ha tenido efecto. Los movimientos de Obama hay que verlos en un contexto – gato escaldado, hasta del agua fría huye. Ahora sólo está jugando a ganar el pulso político.

Incluso sin estas acciones por parte de Obama, ya había una alta probabilidad de que los republicanos se destruyeran durante los próximos dos años, dañando así sus posibilidades de tomar posesión de la Casa Blanca en 2016. Los votantes hispanos son la parte del pastel electoral que más crece. Ahora el ánimo de los conservadores estará más caldeado. El impulso de Obama quizá no sea tan noble como él quiso aparentar el jueves por la noche. Pero no carece de una metodología. Es, sin embargo, una triste reflexión sobre el estado de la política en los EE. UU. También es una instantánea de un presidente que siente que ya no tiene nada que perder.

Yes I can, says Obama

11/21/2014 | Edward Luce – Financial Times English

It is fitting President Obama’s first trip will be to Las Vegas after his Thursday night broadcast. The city is for gamblers and Mr Obama has thrust what remains of his agenda into the middle of the table. At risk are prospects of finding any common ground with the recently victorious Republicans. Chances of striking some kind of tax reform, confirming presidential appointments, and fast tracking Mr Obama’s global trade deals, are all now in greater jeopardy. It will be up to Republicans how they respond. But as Mr Obama knows, this is just the kind of move that is likely to prompt them to raise the stakes. Will it all be worth it?

The tempting answer is no. Given the noise Mr Obama’s actions have generated, their scope is surprisingly modest. Other presidents, including George Bush senior and junior, have used similar «prosecutorial discretion» to exclude certain categories of illegal immigrants from deportation. Mr Obama’s move is on a larger scale. But it would be a stretch to describe it as unconstitutional – let alone as an impeachable offence, as some of Mr Obama’s more excitable detractors have claimed. To underline: Mr Obama has offered up to 5m illegal immigrants the chance to apply for a three-year reprieve from being deported. Most of them would not have been deported anyway. Moreover Mr Obama’s successor could rescind the order with the same ease that he promulgated it.

So what is all the fuss about? Some of Mr Obama’s most vehement critics have likened him to King George . Coming hard on the heels of the Democratic defeat in the midterm elections, they say it is yet another sign of a dictatorial president ignoring the voice of the people. They point to the fact that Mr Obama chose to postpone this action until after the election since he knew how unpopular it would be. The last point is certainly true. But the idea that Mr Obama is imperious is absurd. His actions are limited in scope and reversible in fact. Likewise, there is hyperbole in Mr Obama’s defence. His more starry-eyed supporters liken his actions to Abraham Lincoln’s Emancipation Proclamation that put an end to slavery without reference to Congress. If only there were a parallel. In all likelihood, Mr Obama’s move will put an end to hopes of immigration reform on his watch.

So much for the policy. What about the politics? Here Mr Obama may have more to gain from his gambit. Those puzzling over Mr Obama’s uncharacteristic fit of impatience should cast their mind back to 2010 when Republicans took control of the House of Representatives. Mr Obama bent over backwards to meet his opponents halfway on fiscal reform, which was the central issue of the moment. In return Republicans took the US to the brink of sovereign default. The same applies to Mr Obama’s efforts to fashion a bipartisan bill on immigration reform. He has taken draconian steps to strengthen the border first in order to meet the Republican precondition for offering illegal immigrants a pathway to citizenship. Again, it bought him nothing. Mr Obama’s actions should be seen in that context – once bitten, twice shy. Now he is playing solely for the politics.

Even without Mr Obama’s action, the chances were high Republicans would tear each other apart over immigration in the next two years and thus damage their chances of winning the White House in 2016. Hispanic voters are the fastest rising slice of the electoral pie. Now conservative sentiment will be even more inflamed. Mr Obama’s impulse may not be nearly as noble as he made it out to be on Thursday night. But it is not devoid of method. It is nevertheless a sorry reflection on the condition of US politics. It is also a snapshot of a president who feels he no longer has anything to lose.

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